Sobre brotes, comienzos y el presente
Las semillas germinadas se han utilizado como alimento desde la antigüedad en diversas culturas. En el antiguo Egipto, las semillas de frijol y trigo germinaban y luego se comían en diversos platos. También en la India se germinaron semillas de guisantes, lentejas y frijoles que luego se utilizaron en recetas tradicionales.
Ya en el año 200 d.C., los textos chinos mencionan los beneficios nutricionales y medicinales de los brotes. A finales del siglo XVI, el médico chino Li Shih-Chen escribió en un famoso tratado médico que los brotes de diversas semillas pueden reducir la inflamación, aliviar el reumatismo y fortalecer el sistema inmunológico del cuerpo.
La lucha de los brotes contra el escorbuto
Alrededor del año 1700, el explorador británico James Cook inició el cultivo de brotes de bayas de trigo en barcos que exploraban los océanos del mundo. Estos se utilizaban en la dieta de los marineros para combatir el escorbuto, una enfermedad causada por la deficiencia de vitamina C.
Al ser una enfermedad letal y con impresionantes manifestaciones clínicas, fue necesario desde aquellos tiempos buscar soluciones para complementar la dieta de los marineros con vitaminas y minerales.
Más tarde, en el siglo XIX, el científico alemán Julius von Sachs descubrió que las semillas germinadas contienen muchos nutrientes y enzimas importantes que pueden ayudar a mejorar la digestión y la absorción de nutrientes de los alimentos.
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